LAS DE ANTAÑO, ESAS SI QUE ERAN TARTAS

…¿A donde vas niño niño…? … ¿ a donde vas con el pan debajo del brazo y la carita deslumbrada…? “Voy a casa de la abuela, me ha invitado para almorzar, acudo presto y alegre, sus platos y rica tarta deseo degustar”.

Cancion alegre y añoradora la que nos enseñaba el amor de los abuelos. El chiquillo atendiendo las suplicas de sus mayores, partia feliz un Domingo mas para sentirse el soberano de la reunion familiar y disfrutar de su tarta preferida, la de nueces con almendras troceadas y regadas con crema de arandanos…esa era la primera capa, la de abajo, luego le seguia una de piñonate con frejoles revueltos en almibar petrificado y guacamoles secos con yerbas agridulces, la tercera se componia de datiles rellenos con trozos de sultanas de coco y anis azucarado, mezclados sabiamente con hojaldrinas mojadas ligeramente en chocolate sacarinado y esbozos de cortezas trituradas con suaves martilleos sobre la encimera, la cual debia estar desde horas antes impregnada en una ligera nata montada. A decir verdad… lo que era el fondo de la susodicha tarta ya se daba por terminado, ahora venia la parte preferida de la abuelita, con la que realmente disfrutaba le venerable señora. Su impresionante experiencia en el mundo gastronomico y mas exactamente en el pastelero, le hacia poner sobre los tres pisos de apetitosas viandas lo que para ella trataba como sumun, las joyas de la corona.

Sobre la licuosa nata que hasta el momento decoraba el futuro inmejorable epilogo de platos, desgranaba con exquisita suavidad, unas bien picadas castañas pilongas, finas hileras de cascaras de platanos cocidas al vapor, y como no, colamalteados sufijos de abedul tibiamente fritos. Proseguia su espectacular restauramiento con otra subida centimetrada de alimentos. Para… llamemosle la quinta planta tartil, la buena dama se empleaba sin escatimar esfuerzos en poner unos toques magistrales de floreados racimos pequeños de uvas pasas, diminutos… aunque perceptibles toques de miel semi-solida, manzana, pera, naranja, kiwi, tambien dejaba su impronta con leche agriada en queso fresco y relazos de semicurados. Para entonces la tarta ya empezaba a coger su punto, todavia quedaban muchos elementos que deberian tener su lugar señalado en esa apetitosa circunferencia elevadora. Llegados a ese punto, la veterana cabeza de familia rodeaba el majestouso e inacabado postre con un redondeado molde metalico, ya que para nada deseaba la bifurcacion u/o desmembracion de los multiples parabienes ya confeccionados, esta operacion debia mantenerse durante horas, la consistencia cogeria asi su forma adecuada, quedando un emsamblaje perfecto.

Una vez pasado el tiempo, y con la seguridad de haber asentado rigidez al opiparo y llamativo pastel, continuaba con la siguiente capa. Para dicha superficie se decantaba en poner nisperos asados con crema de gelatina agria, dulcificadas esencias de alamos entrocados entre brillantes guindas rojas, un poco, apenas perceptible toque de crocanti de fresa y limon, y por ultimo… un sello de distincion, gotas de vodka… de la isla vodka, cockteleadas con zumos naturales variopintos. Lo cierto es que para entonces un elegante aroma ya se hacia notar en la cocina y aledaños.

Seguia su sabio menester y buen hacer la incansable abuelita, poniendo sobre todo lo anterior, huevos duros, pistachos, cabellos de angel, lenguitas de gato, fielatos robustos de leche merengada, rezumadas y pequeñas particulas de hojaldre, con sumisos tactos y suaves retoques de manga pastelera, partiendo de ella chorritos espumosos de bizcocho borracho.

La progenitora de la madre del feliz niño dejaba caer casi disimulando, unas lluvias ramilleteadas, infinitos trocitos de chocolate y yemas de San Eufrasio-monje (tipicas de su tierra natal), formando monticulos desordenados, entre los cuales insertaba nata, florecillas comestibles silvestres, canela, azucar glass, parmesano esponjoso y gotas de un brandy severamente suavizado. A modo de colofon, y usando de nuevo la ingeniosa manga fabricada por ella misma, remozaba el comestible con unos arduos, anchos y precisos higos-chumbos bañados por la sutileza que da la horchata de chufas, esta ultimas hacian el volumen de la tarta engrandecerse para asi dejar caer el litro y medio de mantecado helado de menta, que era realmente la rubrica del arte tartero, aprendido por ella de sus ancestros.

Terminado el almuerzo familiar, las manos envejecidas de la buena abuelita, no muy satisfecha por su labor… la verdad sea dicha, trajeron el postre. El alegre nieto probo un buen trozo de la tarta, tras sentir pletorico su paladar, asintio con fuerzas y exclamo “Abuelita, que bueno esta, me encanta, quiero mas, quiero mas, que de cosas le has puesto, que rico, dame mas abuela…”

Ella, acariciando con amor la carita del nieto, le contesto “Pues esto no es apenas nada… bonito, si vieras las cosas que le ponia mi madre-paz descanse, eso si que era una tarta, esto apenas lleva condimentos, algun dia te hare la que hacia la abuela de tu madre, esa si que era una tarta… esto es un simple pastelito al lado de aquello… algun dia me animare y buscare la receta, la tengo por algun lado… creo que esta en la alacena de mi cuarto, ya veras. Te voy a cortar otro trozo, amor mio… lo que tu quieras precioso, que guapo eres hijo…”.       

          

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