ESPIRITUALIDAD DE SUBLIME RANGO

La tenacidad le convirtió en alma-dios. Por Tony Reguera para Con la Venia

Fernando Santiago Muñoz | 23 de junio de 2014

Desde que tuvo uso de razón sabía que su apellido debía ser carta de presentación. Jamás quiso mencionar su nombre de pila. Intuyó rápido que iba a soportar cargas grandes y cachondeos del mismo tamaño. Ya en el colegio le daban la vara con ”quillo… mojama… ven pa-ca” “ahi está el mojama” ”mojamaaaa… mojama guena… ole la mojama…”

 

Creciendo en un ambiente pesquero, y soportando los sinsabores de las bullas, decidió irse a estudiar lejos de allí.

Concluyó la carrera de derecho, aunque pronto se percato que no le valía pa-na.

Aceptando la propuesta de un amigo de confianza marcho a Bombay. En el trayecto fue invitado a dejar su asiento libre y marcharse, su condición de hindú estaba por debajo de la clase que regia el país. Se negó a tal petición, no hubo una segunda conminación… lo último que le escucharon en ese viaje fue “Hacer-favo… sortarme joe… que no me levanto cojone… soy abogao…! Ni abogado ni carajo, tras varias rachas del dos, cosquis, guantas por atrás y rodillazos, fue instado violentísimamente a saltar por la ventanilla del vagón, con el tren en marcha y cuesta abajo. No dudó en emular al cóndor, sopesando que el carajazo seria menos doloroso que los imparables y atosigadores dolorosos cates que estaba recibiendo.

 

Tras esa experiencia decidió marchar a Sudáfrica, nefasto error, ya que nada más llegar, y cuando se disponía a ejecutar una necesidad menor imperiosa, fue asido en volandas por tres o cuatro gachones que lo revolotearon hasta el asfalto. No había podio ni cerrarse la bragueta. Al igual que la vez anterior, tuvo que soportar los insultos mientras le agredían, menciones como “indio de mierda…” ”vete con Cochise… ”no queremos aceitunas aquí…”

 

Decidió entonces que lucharía contra el imperialismo y racismo… no de uvas… con todas sus fuerzas, intelectuales y espirituales, ya que físicas tenía muy poquitas. Lo cierto es que no tenia media guanta, su enjuto y debilitoso cuerpo no toleraba más de dos o tres rachones.

 

Volvió a la India para empezar su guerra contra el colonialismo británico. Durante los primeros meses calentó al personal oriundico contra los ingleses.

 

Lo primero que hizo fue negarse a tener un carnet de segunda clase social, para ello reunió a un gran número de conciudadanos amigos, quemarían públicamente los visados, demostrando así su disconformidad. Cuando se disponían a ejecutar dicho acto, como por arte de magia, aparecieron unos polis-men con varas de madera que pusieron bien a todos los que por alrededor estaban. A Él y dos amigos le dieron para ir pasando, montones de palazos en las piernas, manos, espalda, codos y hasta uñas. Asimismo arrastrados hasta fuera de la plaza por los pelos y dejados tirados con fuertes dolores a lo largo y en su caso no a lo ancho de sus ya marchitados cuerpos.

 

En poquito tiempo ya llevaba tres curros de categoría, se percato de una vez por todas que la cosa no iba en broma.

A pesar de ello no daba un paso atrás en su guerra contra los intrusos occidentales.

Poco a poco pero con decisión firme consiguió crearse una fama de salvador del pueblo. Su nombre empezaba a llenar páginas de periódicos, y los granbretañeses no salían bien parados en las estadísticas ante el resto del mundo.

 

Para distenderse y a la vez para inspirarse en sus conceptos, pronto descubrió la rueca, su enganche fue total. Pero no nos engañemos, en realidad la usaba como símbolo para demostrar su/el independentismo de la industria británica.

Apenas levantarse y desayunar… aunque era hombre de poco comer.. se sentaba tras ella y en un par de horas se hacia un minipull. Había mañanas que se embalaba y confeccionaba tres o cuatro rebequitas.

Tal fue su maña y destreza con las madejas que pronto trabajo incluso para la calle. Encargos de jerséis de cuello doble, mangas sobre pasadoras de manos, trajes de chaquetas con chalecos y botones a juego.

Su taller empezó a fabricar en serie, aunque comento que no lo hacía en serio, siempre estaba sonriendo.

 

Tras muchos años de lamentaciones y problemas raciales, parecía que gracias a sus barrilas constantes, la India subía a flote.

Vicisitudes de todo tipo jalearon su original y singularísimo existir.

Cuando se mosqueaba por algo, del tirón entraba en huelga de hambre, denegaba cualquier alimento durante semanas, se acostaba y decía que hasta que no terminara tal o cual conflicto no volvía a papear.

Repitió varias veces la misma postura, y en más de una ocasión la delgadez contraída hizo pensar a sus allegados cuando iban a llevarle agua, que se había quitado de en medio. Obvio era que no se había marchado, lo que pasaba es que estaba ya tan delgado que si se ponía de lado parecía un pliegue de la sabana… de la de arriba si era invierno, y de la de abajo si era verano. Los problemas casi siempre se solucionaban y ello hacia que volviese a comer.

Lo primero que le traían era un buen plato de menudo y unos pimientitos fritos… eso de entrada. Luego, para meterle una buena carga de hidratos, su pedazo fuente de macarrones entomatados con queso rallado y dos bandejitas de arroz tres delicias. Ya para entonces se podía levantar, se aposentaba tras la mesa para concluir con un postre frugal, algo como tarta de manzana, cuatro o cinco racimos de uva… moría en las moscatel, su perita de agua y la copita de anís… ni que decir tiene que “El Mono”.

Tras el mencionado ágape pos-huelga-hambrunosa se sentía pletórico de fuerzas y renovadas energías, dándole pie para volver a meter bronca autentica donde se terciase.

 

Años y años de tenaz perseverancia, era jartible como él solo, consiguieron aburrir a la corte británica, que por no escucharlo ni aguantar sus coñazos optaron por dar la independencia al oriental país.

La India volvía a florecer como en sus mejores tiempos, recobraba libertad y entraba en nueva era… con congelador.

 

Parco en su vestir, siempre se decanto por el color blanco, jamás se le vio sin su sari, especie de sabana reliada sobre el cuerpo. Cuando llegaba el calor cambiaba la indumentaria “look-osa” y los pañales adosados eran su estilo.

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No confiaba en los métodos odontológicos, prueba de ello es que con un solo diente en la encía superior su boca quedaba muy proclive a las comidas de… A pesar de ello nunca se ha demostrado que fuera un ferviente degustador de…

No obstante siempre hubo comentarios que el sari tenía unos boquetes malévolos por delante. Su culto lo dedicaba a pensar en todas las espirituales señales del alma, mas también es fidedigno creer que en más de una ocasión lo vieron con unas rodilleras y el diente temblando.

 

Su afán era igualar las clases sociales más bajas con las ostentosas pudientes, ingenuidad que aún persiste actualmente… en cualquier lado.

Consiguió logros espectaculares, pero no pudo disfrutar de lo ganado durante mucho tiempo.

Al poco de lograr sus ansias fue asesinado a tiros cuando se dirigía a dar un discurso.

Los mismos que le habían subido y seguido le traicionaron y acabaron con su vida. Si, ya que temerosos de su proceder, pudieran pensar que cuando impusiera un nuevo ayuno, fuera común para todo el pueblo, por ahí no entraban ”Mis papas aliñas no me las quita ni tu ni nadie. Aunque no se piren los dueños del Peñón y sigan dando por culo, no me hable de ayuno por tu mare Mohandas… de verda que no” Pancartas de ese tipo también proliferaron ante su figura.

 

Mohandas Karamchand Gandhi, defensor de la no violencia.

Fue un ser bueno, sumado a rudo, perseverante e incluso retorcidamente recalcitrante, pero soportó como un audaz caballero valeroso todo lo que le vino encima, seguro que sí.

Envidiamos sana y sinceramente su proeza y gesta, la cual no ha sido imitada ni conseguida en otros lugares ni tiempos.

Sirva de ejemplo que desde hace siglos estamos mamando de los mismos a los que nuestro hoy protagonista consiguió vencer con palabras y aburrimientos, contando para más inri que están aquí al lado.

Por mor de ello debe su insigne e histórica figura entrar con todos los honores en el libro ”Merecedores de Grandes Lavativazos”.

http://www.antonioreguerayagustina.com/blog

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